sábado, 16 de abril de 2016

Pidiendo una Esposa



Pidiendo una esposa


Aquella tarde soleada la gente pasaba como si fueran sombra a mi lado, mientras divagaba entre pensamientos deprimentes y desesperanzadores, escuchando a la soledad.
Los ruidos de latas golpeteando en aquella carcacha de autobús que me llevaba hacia mi casa, desaparecían entre los gritos del llamado a la soltería que me aterraban.
Recién me daba cuenta que la timidez y baja autoestima de mi mente, nunca me dejarían conquistar una muchacha para que fuera la esposa que estuviera a mi lado hasta la muerte.


Por lo visto tenía muchos miedos, pues allí me acordé que hacía algunos años, cuando era aún un niño, le había comentado a Dios acerca del temor que me acechaba de la posibilidad de ser estéril…   pero Dios que ve nuestros temores con tanta compasión, simplemente abrió su boca en Salmos 128:3 diciendo que mi mujer sería como vid que lleva fruto a los lados de mi casa y que mis hijos serían como plantas de oliva alrededor de mi mesa.
  

Así que tendría hijos pero también una esposa, por lo tanto cambié mi rostro en ese momento e hice un trato con mi Dios diciendo –tal parece que necesitaré de mucho tiempo para animarme a pedir la mano de esa esposa que ya me prometiste, te pido que la envíes a la casa de mis padres a vivir por un mes, lo cual será por señal que la identifique y entonces será mi novia… ese día yo tenía como dieciséis.


Tres años después y por medio de extraños movimientos de ajedrez dados por las manos del Todopoderoso, esa chica llegó a la casa de mis padres, precisamente por un mes, cumpliendo la señal que yo había puesto…  la seguridad que la respuesta me había dado, me ayudó a animarme exactamente el último día de ese mes, a pedirle que fuera mi novia con el único propósito de que un día no muy lejano fuera mi esposa.


Hoy estamos por cumplir los 25 años de casados, tuvimos dos hijos y somos muy felices…  Dios envió la pieza del rompecabezas que encajaba exactamente en mi vida porque lo pedí, y si Dios lo hizo por mí lo puede hacer también por todo aquel que le crea, porque buscar una aguja en un pajar es imposible para el hombre, pero para Dios todo es posible.  No debes andar buscando de novia en novia para encontrar la indicada, simplemente pedirla al que ya la creó para ti.