No olvides ninguno de mis beneficios, me insistió el Señor mientras secaba las lágrimas que corrían de mis ojos, haciéndome saber que todo estaría bien, como las otras, no se cuantas veces, donde esa escena se había venido repitiendo, cuando los afanes insistentes de la vida habían intentado ahogarme nuevamente.
Tírate otra vez hacía el fondo de lo incierto para tomar de nuevo el anillo que querías encontrar... Animate como antes a volver a caminar sobre las aguas... Pídeme señales imposibles, como aquellas que pedías al principio, pues yo responderé de la misma forma que lo hice una vez... Se valiente delante de los miedos que ya venciste alguna vez... Porque tu Dios el Todopoderoso sigue aún teniendo todo el control.
