domingo, 17 de octubre de 2021

El fracaso ya no puede amedrentarme

Lo hice una vez más...    

Me frustre por esa inutilidad que me había caracterizado a causa del fantasma de la poca autoestima, que tuve por un tiempo... 

lloré por un momento, porque lo cierto es que me había abrazado el fracaso nuevamente, tratando de ponerme su horrible pie sobre mi frente. 

Pero luego abrí mis ojos y vi con detenimiento aquellas cosas que Dios estaba haciendo para mi...  simplemente porque Él así lo había querido.   

Volví a entender Su favor inmerecido... volví a agradecer todo aquello recibido...  Me volví a levantar sumamente agradecido. 

Entendiendo una vez más, la razón por la que digo, que solo es por Su Gracia que soy un triunfador...   Y es que yo necesitaba recordar quien seria yo, si no fuera por mi Dios. 

El fracaso no me puede amedrentar, porque no dependo de mi capacidad... no dependo de lo que soy...  

No, no creo en mi mismo, como muchos aconsejan... 

No, no creo en mi propia inteligencia...   

Yo creo en el Todopoderoso que es Padre de los huérfanos, creo en aquel que ama tanto, que por uno solo de sus hijos, mueve cielo, mar y tierra si eso es necesario

Me frustré por un momento, porque estaba viendo la tormenta y no me había dado cuenta, que el Señor me esta haciendo hasta caminar sobre las aguas... 

Me preocupé por un instante, porque estaba viendo al Faraon que me estaba persiguiendo, sin notar que mi Padre estaba abriendo el mar delante de mis ojos... 

Por un momento estaba viendo a los gigantes sin darme cuenta de la leche y miel que fluía de mi tierra prometida.

En realidad solo había perdido un examen de los últimos cursos de la maestría, pero Dios al mismo tiempo me estaba regalando una camioneta... 

Dios ha sido bueno para mi...  Será bueno para ti. 










viernes, 8 de octubre de 2021

Conocer las Escrituras o al Señor de las Escrituras

Tengo una licenciatura en teología, pero siempre me costó ser hacedor de la Palabra que me habían enseñado, porque el estudio de la Biblia no es suficiente…  

Me gustaba leer acerca de la Bestia que salía del abismo, hacer cuentas de los mil doscientos sesenta días, o del reino del cuerno pequeño y el macho cabrío de cuerno prominente… subrayaba aquellos versos que contradecían a los que discutían conmigo de la ley y de la Gracia, pero jamás había leído lo que el Espíritu Santo quería decir a mi propio corazón.  Nunca había dejado que la espada penetrara para partir mi alma y mi espíritu, para ser creado conforme a la imagen del Señor y era de aquellos que, aunque estudiaba la luz, nunca llegaba hacia ella…   aunque hablaba de la luz, no quería que ella viniera a reprenderme…   aunque conocía los conceptos, no lograba conocerlos en persona…  y aunque entendía mil misterios, no quería tomarme lo que en realidad debía de beber de la Palabra, aquello que llamaba “lechita para niños”, pero era lo mejor de lo mejor.

Comprobé que el conocimiento envanece y que conocer a Dios tenía que ver más con una relación y que leer la Biblia sin el Espíritu Santo del Señor, jamás me ayudará a conocerle.