sábado, 8 de abril de 2023

Ser un buen padre de familia

Siempre quise ser un pacificador, procurando encontrar en todos los que me hacían daño, una razón valedera para sus actitudes, y cambiar mi individualidad si era necesario, cuando yo les hacía actuar de esa manera...  Negarme a mi mismo para que ellos no pecaran,  (jaja ja), tenía el síndrome de mesías cuando solo hay uno y ese no soy yo.


Pero lo peor es que arrastré a mis hijos e incluso hasta a mi esposa, haciéndoles humillarse delante de aquellos hermanos que no eran muy hermanos que asistían a la iglesia, para que le pidieran perdón y asi procurar sanar el corazón de aquellos que se decían ofendidos.

El problema es que humillé a los que amaba con tal de tener el favor de aquellos que para nada me amaban en verdad.

No los defendí, cuando debería haber sido su baluarte... no les apoyé cuando más ellos lo necesitaban... aduciendo cristianismo, me comporté peor que aquel infiel que no sabe proveer para los suyos.

Un buen padre además de ser un proveedor, sabe defender a su familia, y jamás dejará minar su casa (Mateo 24:43), y eso quiero ser ahora y para siempre mientras viva, seré un muro protector, un escudo de defensa, aquel qué si fuera necesario recibirá cada golpe que les lancen, aquel que estará allí cuando lo necesiten, y hasta el hombro de sus lágrimas. 

sábado, 25 de marzo de 2023

Dios de vivos

Dios de vivos

(Mateo 22:32)

Que es la muerte delante de los hijos del Señor...

Es solo el pasadizo de la puerta a la victoria

¿Donde esta su aguijón?
¿Dónde está su victoria?

¿Dónde está, esa qué con ilusa osadía intentó  con todo y esa fuerza que ostenta sin cordura, pretender sin éxito mantener a Cristo en un tumba?

Esa derrotada muerte qué también lo intentó cobarde con ese pequeñuelo qué desde el vientre de su madre, me llamó su padre.

Esa infame retorcida qué trató de acallar las oraciones de la guerrera que doblando sus rodillas, me sacó a mi un dia del sepulcro qué trataba de engullirme en el fango hediondo del desagüe del pecado, dándome aliento de vida a mis treinta.

Esa muerte tan cretina qué delante de mis ojos, me quitó la madre en un acto despiadado de locura, sin darse cuenta que al parar el latido de ese bello corazón, estaba dándole la vida que su Dios ya le había prometido.

¿Donde esta ese aguijón?
¿Donde esta esa victoria?

¡Porque Dios no es Dios de muertos... Dios es Dios de vivos!

Es por eso y para siempre el Dios de Samuelito, aquel hijo que me dio cordura en este mundo de locura...  
También Dios de tía Anni, la guerrera, que un día me enseñó cómo es amar sin ninguna condición...   
Es Dios de la Letty de la fe, quien me heredó su sangre y los milagros que siempre le seguían... 
Pero también, por cierto, es mi Dios.

Pues sabemos que, cuando se desarme esta carpa terrenal en la cual vivimos (es decir, cuando muramos y dejemos este cuerpo terrenal), tendremos una casa en el cielo, un cuerpo eterno hecho para nosotros por Dios mismo y no por manos humanas. Nos fatigamos en nuestro cuerpo actual y anhelamos ponernos nuestro cuerpo celestial como si fuera ropa nueva.
2 Corintios 5:1‭-‬2 NTV