viernes, 8 de octubre de 2021

Conocer las Escrituras o al Señor de las Escrituras

Tengo una licenciatura en teología, pero siempre me costó ser hacedor de la Palabra que me habían enseñado, porque el estudio de la Biblia no es suficiente…  

Me gustaba leer acerca de la Bestia que salía del abismo, hacer cuentas de los mil doscientos sesenta días, o del reino del cuerno pequeño y el macho cabrío de cuerno prominente… subrayaba aquellos versos que contradecían a los que discutían conmigo de la ley y de la Gracia, pero jamás había leído lo que el Espíritu Santo quería decir a mi propio corazón.  Nunca había dejado que la espada penetrara para partir mi alma y mi espíritu, para ser creado conforme a la imagen del Señor y era de aquellos que, aunque estudiaba la luz, nunca llegaba hacia ella…   aunque hablaba de la luz, no quería que ella viniera a reprenderme…   aunque conocía los conceptos, no lograba conocerlos en persona…  y aunque entendía mil misterios, no quería tomarme lo que en realidad debía de beber de la Palabra, aquello que llamaba “lechita para niños”, pero era lo mejor de lo mejor.

Comprobé que el conocimiento envanece y que conocer a Dios tenía que ver más con una relación y que leer la Biblia sin el Espíritu Santo del Señor, jamás me ayudará a conocerle.

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